
Lo infantil siempre me apasionó. Creo que eso nos pasa a la mayoría de los ilustradores. Comprendemos las imágenes antes de aprender a leer y los niños no tienen (tenemos) límites a la hora de darle al mundo una interpretación libre de preconceptos. Acá va el Gato Balón, que protagonizaba ejercicios de matemáticas para uso escolar, en forma de historieta de misterio.
Y el brujito, influenciado de algún modo por Carlos Nine, que me quemó la cabeza desde Humi, allá en mi tierna infancia...
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