miércoles, 16 de enero de 2008
Lo infantil siempre me apasionó. Creo que eso nos pasa a la mayoría de los ilustradores. Comprendemos las imágenes antes de aprender a leer y los niños no tienen (tenemos) límites a la hora de darle al mundo una interpretación libre de preconceptos. Acá va el Gato Balón, que protagonizaba ejercicios de matemáticas para uso escolar, en forma de historieta de misterio.
Y el brujito, influenciado de algún modo por Carlos Nine, que me quemó la cabeza desde Humi, allá en mi tierna infancia...
martes, 15 de enero de 2008
Mi breve pero divertidísimo período surrealista dio como resultado algunas de las pinturas más tontas de mi vida. Me divertí como un cerdo, eso sí. Jugar al artista incomprendido está bueno, siempre y cuando sea un juego y no una excusa para jorobar a los demás con tus neurosis. Genios hay muy pocos. No todos pueden estar diciendo la verdad.
Un par de óleos. Otro vicio de los tiempos de la academia, y que ninguna computadora ha conseguido desbancar. El placer de trabajar con las propias manos, sin intermediarios... es otra cosa, digan lo que digan. Sin filtros, sin "Ctr+Z"... sólo la idea y tus cojones contra el mundo. Los muchachos de antes no usaban gomina.
Para un corto 3d que trataba de viejitos hice un par de diseños, como complemento de mi solicitud de trabajo. Para no ir con las manos vacías, nada más. La estética era muy otra. Aunque la propuesta quedó colgada, estuve casi un año en ese proyecto y aprendí muchísimo. Igual me quedé con los diseños originales, que no me desagradaron.
Otro de T. O. Una técnica propia que intenté enseñar sin éxito en más de un taller. Nunca entendí por qué los alumnos no la captaban, pero a mí me resulta muy, pero muy útil y divertida. Siempre me quedan cosas mejores que las que había pensado, y es rara porque el azar juega siempre a tu favor, contrariamente a lo que pasa, por ejemplo, con la acuarela.
Éstos son tres personajes de comic que no cuajaron. Unos vampiros poco corrientes. La idea era hacer algo más bien elaborado, por lo que yo haría el lápiz y un amigo ilustrador lo trabajaría en acuarela, B/N. Claro, era mucho tiempo y mucho trabajo, así que quedó en una sinopsis y un par de páginas a medias.
Identi kit
Mi nombre es Franco Vega. Nací en Córdoba Capital (Argentina) el 21 de Septiembre de 1979.
Cursé estudios de Arte en San Luis, Córdoba y Mendoza.
He realizado comics, portadas de libros, diseño de personajes y escenografías para 3d, storyboards, murales, pinturas de caballete, y una gran variedad de trabajos difíciles de clasificar.
He dado muchas (a veces pienso que demasiadas) clases. Principalmente de pintura, dibujo artístico, dibujo y guión de comic y literatura. He alquilado la mano y el cerebro y he creado por placer, cosa que aún hago de vez en cuando.
Todavía no consigo que los farmacéuticos dejen de reírse cuando leen mi currículum.
Aún así, insisto en lo que me propuse cuando mi padre me daba las primeras lecciones de dibujo y yo apenas sabía de qué iba la cosa: variar de registro, cambiar constantemente y cuidarme mucho de ampararme en un estilo o técnica para que las ideas no me superen. A veces veo las cosas de una manera y no de otra; maneras que suelen estar muy lejos de lo que mi mano tiende a hacer desde un primer momento. Todas las formas me seducen, excepto el manga, al que jamás me acerqué. Es un camino bastante riesgoso, pero da grandes compensaciones (al menos a mí). Siempre tuve la esperanza de que esa actitud se refleje en mi trabajo.
Cursé estudios de Arte en San Luis, Córdoba y Mendoza.
He realizado comics, portadas de libros, diseño de personajes y escenografías para 3d, storyboards, murales, pinturas de caballete, y una gran variedad de trabajos difíciles de clasificar.
He dado muchas (a veces pienso que demasiadas) clases. Principalmente de pintura, dibujo artístico, dibujo y guión de comic y literatura. He alquilado la mano y el cerebro y he creado por placer, cosa que aún hago de vez en cuando.
Todavía no consigo que los farmacéuticos dejen de reírse cuando leen mi currículum.
Aún así, insisto en lo que me propuse cuando mi padre me daba las primeras lecciones de dibujo y yo apenas sabía de qué iba la cosa: variar de registro, cambiar constantemente y cuidarme mucho de ampararme en un estilo o técnica para que las ideas no me superen. A veces veo las cosas de una manera y no de otra; maneras que suelen estar muy lejos de lo que mi mano tiende a hacer desde un primer momento. Todas las formas me seducen, excepto el manga, al que jamás me acerqué. Es un camino bastante riesgoso, pero da grandes compensaciones (al menos a mí). Siempre tuve la esperanza de que esa actitud se refleje en mi trabajo.
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